Un enfrentamiento entre dos familias mantiene en vilo a los vecinos de La Costanera. Esta semana, los Arroyo y los Villagrán protagonizaron hechos de violencia. Empezaron con insultos hasta que el martes por la tarde terminaron cambiando las piedras por balas.

Una mujer de la familia de los Arroyo fue asesinada, supuestamente -y según ellos- por allegados a los Villagrán. Los familiares de la víctima prometieron venganza durante el sepelio, en la tarde del miércoles. Ayer por la madrugada cumplieron: la vivienda de los Villagrán fue incendiada.

“Esto no quedará así. No se lo vamos a perdonar. Ahora lo único que espero es que no nos crucemos con esta gente”, había advertido Juan Herrera, de 71 años, durante el sepelio de su esposa, Beatriz Emilia Salas (58), quien fue ultimada de un disparo. Por el crimen fue detenido Alexander José Hugo Paliza, de 27 años, domiciliado en el barrio Los Fresnos de Banda del Río Salí.

Casa quemada

“Mi ahijada vivía ahí con mi ex suegra. Les quemaron la casa. Me llamó llorando y me dijo que le habían prendido fuego a la vivienda y que había perdido todo. Ahora siguen rondando la cuadra. Amenazan a todos. Dicen que a mí también me va a hacer lo mismo”, dijo Paola Coria Lazarte, de 44 años.

La denuncia por el incendio fue realizada por Tamara Daiana Luna, de 21 años, nieta de Elisa Villagrán, dueña de la casa quemada. A la policía le pidió protección para sus abuelos y acusó a Arroyo por “amenazas de muerte constantes” contra su familia. “Le pido a las autoridades que tomen cartas en el asunto para prevenir otros ataques contra mis abuelos, porque temo por la seguridad de ellos”, dejó asentado en las actuaciones realizadas en la comisaría 11ª.

La mujer es ex pareja de Víctor Hugo Villagrán. “No tenemos problemas con los Arroyo, pero ellos sí con nosotros. Nos amenazan todo el tiempo. Son transas y prestamistas. Tienen vehículos de alta gama y no trabajan en ningún lado. También son ladrones de motos. No les importa matar para robar”, dice Coria.

Los bomberos de la Policía llegaron en la madrugada. Lograron contener el siniestro pero la propiedad quedó devastada. Mientras, los pesquisas realizaron averiguaciones sobre el autor del siniestro. Los vecinos que consultaron apuntaron a un tal Martín Gómez.

Poco después, el sospechoso fue atrapado en calle Yamandú Rodríguez. Intentó atacar a los uniformados con un cuchillo para evitar que lo detuvieran. Un grupo de mujeres también enfrentó a los policías para entorpecer el procedimiento. Incluso, ellas agarraron el cuchillo que tenía esta persona y lo arrojaron por encima de una tapia, contó una vecino que vio el episodio. Finalmente, Gómez fue detenido.

El origen del odio

El martes pasado, en un incidente entre ambas familias, Salas recibió un disparo mortal cuando estaba tomando mate en el patio de su casa de Haití al 1.400. En la casa vecina, Raúl Soria (28), festejaba el cumpleaños de su hijo. También fue baleado. Fue el saldo de una balacera causada por los ocupantes de un auto que llegó cerca de las 20.

Nada que ver

Coria asegura que ella no tiene nada que ver con esa situación y que todo comenzó con un ataque de parte de la familia Arroyo contra su casa, minutos antes del mortal ataque.

“Tiraron piedras contra mi casa. Me fisuraron siete vértebras. Toda mi familia está amenazada de muerte”, indicó.

Explica que el odio entre ambas familias comenzó en abril. “Ella (Érika Arroyo) asaltó a mi hija. Fue en la parada de colectivos. Todo el mundo la vio. Ella puso una denuncia cuando yo le reclamé y ahí empezó el odio. Le pegaron a mi hija para quitarle el celular”, relató.

“No sé qué voy a hacer, no puedo volver a mi casa. Me destruyeron todo. Ahora no tengo lugar. Estoy en una vivienda prestada. Necesito que protejan a mi familia, no sé qué quiere esta gente. No entiendo por qué tanto odio”, agregó.

Acusaciones cruzadas

Por ese ataque, la mujer responsabilizó a Erika Arroyo, una joven de 21 años que está en pareja con un nieto de Salas, la mujer trágicamente fallecida. “Llegaron ella y su familia. Son transas, todo el barrio lo sabe, hasta la Policía. Nunca me involucré con ellos. Por miedo me tengo que ir, no puedo volver al barrio por protección a mi familia, algo muy grave va a pasar ahí”, señaló.

El miércoles, la joven Arroyo contó otra versión al ser consultada por LA GACETA. “Antes me amenazaron y también me golpearon. Entonces, las denuncié. Son vecinas. Llegaron de pronto y comenzaron a arrojar piedras. ‘Ya te vamos a agarrar a tiros’’, me dijeron y después se fueron”, contó.

Arroyo explicó que después se dirigió hasta la casa de los familiares de su pareja, ubicada a una cuadra. “Cuando me estaba bañando escuché los tiros. Habían matado a la abuela de mi marido. Cuando se iban gritaban: ‘Ya vamos a volver con los transas’. Es gente muy pesada”, concluyó.